domingo, 24 de junio de 2012

Perdonar


Vivimos en un mundo que favorece nuestra inseguridad, se nos exige mucho y cuando hacemos las cosas bien apenas se nos recompensa. Eso hace que estemos muy a la defensiva o que actuemos con mucha agresividad. En nuestras relaciones cotidianas ambas expresiones de la inseguridad, la defensa y el ataque, provocan daños que a veces son difíciles de superar. La vía para hacerlo es el perdón.

Pero, ¿por qué deberíamos perdonar a alguien que nos ha hecho daño? ¿por la otra persona? ¿por nosotros? ¿por qué es lo que indica que se debe hacer la sociedad? Pues supongo que por todo a la vez, aunque yo pienso que de largo el motivo más importante para perdonar somos nosotros mismos. Cuando nos aferramos al daño que nos han producido otros dejamos de ser dueños de nuestras emociones y de nuestra vida, todo el tiempo que pasamos enfadados, criticando o con resentimiento es tiempo de nuestra vida que estamos perdiendo.

Perdonar nos libera de la esclavitud que genera en nosotros las actitudes o comportamientos de otras personas, mientras estemos enfadados con alguien nuestro cerebro hará una respuesta de estrés y nosotros mantendremos una tensión innecesaria.

 Además, si buceamos más profundo, ni siquiera hay motivos para perdonar porque todo lo que nos hace daño nos ayuda a crecer, todo negativo tiene su positivo y si miramos bien la situación entenderemos que hay la misma cantidad malo como de bueno en lo que nos ha pasado. Cada vez que una persona nos hace daño nos ayuda a evolucionar. Aunque, como hemos comentado otras veces, es mucho más fácil pelearse con el otro que con uno mismo y a veces la rabia es una manera simple de distraernos de aquello que realmente tenemos que afrontar, nuestras propias historias, es más fácil centrarnos en lo que ha hecho otra persona que en las heridas que tenemos que limpiar y que, mientras las limpiamos, duelen tanto.

Pero más allá de planteamientos de crecimiento, los demás a veces hacen cosas que nos provocan daño y esto nos produce rabia y agresividad. El perdón es la única manera de liberar esa rabia y volver a sentirnos en paz. El perdón corta las cadenas que nos unen a eso precisamente que deseamos evitar y nos libera para poder seguir viviendo la vida que deseamos vivir. Pero hay una serie de cosas que hacen difícil perdonar:

Una ya la hemos comentado, nuestro miedo y evitación a afrontar aquellas heridas que nos empeñamos en ocultar y que los demás muchas veces tocan, con intención o no.

Otra es el pensa-miento que dice que si perdonamos a partir de entonces todo seguirá como si no hubiese pasado nada, perdonar no significa seguir igual con alguien o mantener una misma situación. Podemos perdonar y decidir que no queremos tener a esa persona, con esas cosas que hemos descubierto, más en nuestras vidas. Podemos perdonar y poner límites, podemos perdonar y dejar que las personas que hayan hecho algo mal acepten su responsabilidad. Perdonar a un asesino no significa que no tenga que ir a la cárcel, significa que quitamos la energía que nos une a él desde el momento en el que se llevó a alguien a quien queríamos. Si un amigo, amante, vecino, compañero, etc. nos traiciona, perdonar no significa tener que seguir siendo amigos o mantener una relación, podemos perdonar y dejar marchar, elegir terminar con la relación, pero sin dejar nada allí. Al perdonar podemos dejar marchar a alguien con nuestras emociones hacía esa persona limpias.

Otra de las cosas que nos impiden perdonar de verdad es no permitirnos la rabia o la agresividad. Solo se puede perdonar si nos hemos enfadado antes, si consideramos que alguien ha hecho algo mal y nos permitimos la rabia. Si justificamos la conducta, reprimimos la emoción o no nos permitimos ser conscientes de que alguien haya hecho algo mal, entonces será imposible el perdón porque... ¿cómo vamos a perdonar a alguien si no ha hecho nada mal? ¿qué perdonamos?

A veces la persona más difícil de perdonar somos nosotros mismos, la culpa da control (si es culpa mía entonces lo puedo cambiar, si depende de otros no puedo hacer nada) y preferimos controlar porque queremos a esa persona, es importante para nosotros, dependemos de ella u otros motivos (es increíblemente difícil enfadarnos con aquellos de los que dependemos, los padres, cuando somos niños porque nuestra supervivencia depende de su amor y por eso muchas veces la única solución es culparnos a nosotros mismos para salvarles a ellos y seguir sintiéndonos seguros).

Nuestra propuesta es que dejemos de pelearnos con la vida, aceptemos las cosas que ocurren, aprendamos de cada una de nuestras caídas más allá si la responsabilidad es nuestra o de los demás, perdonemos y seamos así libres para transitar el camino de nuestra evolución y nuestra felicidad.

Integridad

Es hacer lo correcto, aun que tengas ganas de hacer lo contrario, confiando que tus valores permanecen independientemente de la situacion o de las consecuencias de tus actos.

Integridad en general es cuando algo está completo, haciendo precisión en que no solo esta completo sino que perfectamente  ensamblado en tu ser.

Al referirla a las emociones, es la característica de un individuo de conocer y controlar (hasta cierto punto) sus emociones, es decir, no permitir que una o varias emociones le dominen

En pocas palabras; capacidad de equilibrar las emociones a voluntad.

Integridad-mental- pues es cuidar lo que  las emociones que pasan por tu mente
no corrompan tu vida, pues es mas importante el darle mas valor a el sentimiento
a largo plazo y que permanece en tu corazon que a lo cambiante.

Con  tus pensamientos, miedos, temores empiezan los hechos, de los hechos los hábitos y
 de los hábitos los vicios es que tienes que cuidar lo que entra en tu mente y corazón y
 no permitir que nada que te pueda corromper entre.  Tu tienes que ser el mismo siempre
no dejes que nadie toque tu integridad mental.

La Presencia


Poderosísima meditación afirmativa para lograr la Elevación de Conciencia.

La vida  es la única Presencia y el único Poder. Está plenamente presente aquí conmigo ahora. Es la única Presencia real. Todos los demás es mera sombra. Es el Bien Perfecto. La vida jamás envía enfermedad, accidente, tentación, ni muerte; sucede sin embargo porque es parte de la naturaleza. La vida,  es un  Bien, no puede causar sino Bien. Una misma fuente no puede producir aguas dulces y amargas.


YO SOY la vida.  En ella me muevo, vivo y tengo mi ser; de modo que no temo. Estoy redado por la Paz de Dios y todo está bien. Yo no temo a las gentes; no temo a las circunstancias; no me temo a mí mismo; pues Dios está conmigo. La Paz  llena mi alma y no me puede rozar siquiera el temor. Yo no temo al pasado; Yo no temo al presente; Yo no temo al futuro porque la vida está conmigo.  Nada me podrá tocar jamás que no sea la acción directa de la vida misma.

Dios es la vida. Yo comprendo esto y lo expreso. Dios es la Verdad. Yo comprendo estoy la expreso. Dios es el Amor Divino. Yo comprendo esto y lo expreso.

Si alguien me ha dañado o me ha hecho algún mal, lo perdono voluntaria y completamente ahora y todo ese asunto terminó para siempre. Lo suelto y lo dejo ir. Soy libre y él es libre. Si queda algún resentimiento en mí, dejare que poco a poco desaparesca y yo quedo libre.

La Sabiduría infinita y esa Sabiduría es mía. Esa Sabiduría me guía y me dirige, de manera que no puedo cometer errores.   La Vida Infinita y esa vida es mi Providencia, mi suministro. No puede faltarme algo, no puedo carecer de nada. Dios me creó y me sostiene. El Amor Divino ha previsto todo. Ha provisto todo. Una sola mente, un solo Poder, un solo Principio, un Dios, un Elemento. Está más cerca de mí que mis pies y mis manos, que mi propia respiración.

Yo soy Espíritu  . Soy la vida y el amor.

Y en esta vida… ¿Qué es lo que de verdad importa? ¿Qué es entonces lo esencial? .

.

Empezaré por desechar la falsedad. La vida en su estado mas puro no es para los farsantes. Voy a descartar también la preocupación. La preocupación es miopía espiritual, una forma erronea de ver las cosas pequeñas y de magnificar su valor. 

Renunciaré al descontento. Debo vivir heroicamente cualquier situación que se me presente. Desecharé el egoísmo. En la vida plena no hay codicia. Emplearé sabiamente el tiempo. Lo importante no es cuánto tiempo tengo, sino que voy a hacer con él. 

Valoraré el trabajo. Pero no cualquier clase de trabajo. Me preguntaré: ¿Es vital mi labor? ¿Templa mi carácter? ¿Inspira a otros? ¿Es útil para el mundo? Buscaré la felicidad cada día. Si no soy feliz hoy, nunca lo seré. 

Procuraré ser paciente, generosa, fuerte, entusiasta, trabajadora. Si hago todo esto con un corazón agradecido, seré feliz; tan feliz como le es dado ser al ser humano en la tierra. Tendré en alta estima el amor. 

El amor verdadero nunca riñe; confiaré.
El amor no necesita ataduras, ni  tiempo


Controlaré mi ambición. Existe el gran peligro de trocar los afectos humanos ordinarios por la ambición intelectual. Le pondré límites a esta. Me aseguraré de que no ocupe un lugar demasiado grande en mi vida. 

Abrazaré la amistad. Para ser una amiga verdadera necesito tener un alma generosa. Es preciso que perdone mucho, que olvide mucho, y que tolere mucho. No le temeré al dolor. En la vida las decepciones son inevitables. El dolor siempre estará en mi vida. Pero el pesar no me ha sido dado solo para que me lamente. 

Me ha sido dado para que, después de sentir, sufrir y llorar, sea capaz de comprender, amar y bendecir.
Fortaleceré mi fe. Una fe vigorosa, serena e inextinguible en la amorosa bondad dela vida  me permitirá esperar sin temor  y me dará la posibilidad de vivir esta vida plenamente.